Article sobre Notas para una biografía de Josep Pla. Arcadi Espada. Editorial Omega.
Josep Pla, día a día
(1965, el regim franquista acaba de censurar un article a Pla)
Pla escribe allí [a l'editorial Destino] en castellano. Una lengua que domina y que ha utilizado literariamente, pero que no es la que prefiere para expresarse. El diario y la mayoría de libros los escribe en catalán. En la prensa se ve obligado al castellano: las dificultades en el uso del catalán son innumerables y las publicaciones escritas en esta lengua son escasas y minoritarias. Gran parte de su vida de escritor ha sido un duro y trabajoso enfrentamiento con la censura. Sufrió la del dictador Primo de Rivera, y un artículo publicado bajo el Directorio le valió el destierro. Sufrió la censura en Italia y Alemania, adonde fue a informar sobre el ascenso del fascismo. Sufrió la intimidación de la República. Y ahora sufre la censura de Franco. En su dietario Notas para Sílvia, que publicará dentro de unos años, escribe que la incansable censura de Franco es la peor que ha conocido: "A pesar de lo mucho que está durando, jamás he conseguido adaptarme a ella. Habría podido dejar de escribir, claro. Habría sido lo más decente. Pero, de haberlo hecho, ¿de qué habría vivido? La censura me produce un descorazonamiento constante. Cojo la pluma para decir algo que me parece sensato y justo, pienso en la censura y se me cae el alma a los pies. Al pensar en sus reacciones, me quedo postrado e inerte. Pero lo que se pretende con la censura es esto, precisamente: descorazonar, inmovilizar, destruir. Es una situación que sólo pide fanáticos -pero fanáticos pagados-, es decir, funcionarios del fanatismo".
Pla escribe allí [a l'editorial Destino] en castellano. Una lengua que domina y que ha utilizado literariamente, pero que no es la que prefiere para expresarse. El diario y la mayoría de libros los escribe en catalán. En la prensa se ve obligado al castellano: las dificultades en el uso del catalán son innumerables y las publicaciones escritas en esta lengua son escasas y minoritarias. Gran parte de su vida de escritor ha sido un duro y trabajoso enfrentamiento con la censura. Sufrió la del dictador Primo de Rivera, y un artículo publicado bajo el Directorio le valió el destierro. Sufrió la censura en Italia y Alemania, adonde fue a informar sobre el ascenso del fascismo. Sufrió la intimidación de la República. Y ahora sufre la censura de Franco. En su dietario Notas para Sílvia, que publicará dentro de unos años, escribe que la incansable censura de Franco es la peor que ha conocido: "A pesar de lo mucho que está durando, jamás he conseguido adaptarme a ella. Habría podido dejar de escribir, claro. Habría sido lo más decente. Pero, de haberlo hecho, ¿de qué habría vivido? La censura me produce un descorazonamiento constante. Cojo la pluma para decir algo que me parece sensato y justo, pienso en la censura y se me cae el alma a los pies. Al pensar en sus reacciones, me quedo postrado e inerte. Pero lo que se pretende con la censura es esto, precisamente: descorazonar, inmovilizar, destruir. Es una situación que sólo pide fanáticos -pero fanáticos pagados-, es decir, funcionarios del fanatismo".